El arte románico se desarrolló en la Europa Occidental del siglo XI al XIII, tras la descomposición del Imperio carolingio.
Se trata de un arte lleno de espiritualidad, fruto de la combinación armónica de diversas influencias como la romana, prerrománica, bizantina, germánica, árabe, etc.
Los diferentes estilos fueron evolucionando hacia uno sólo, muy homogéneo, con características casi idénticas en todos los países.
El arte románico fue sobre todo un arte religioso, que reflejaba los valores de la nueva sociedad feudal, sociedad que era a la vez guerrera y cristiana, por esto e hicieron un gran número de iglesias y de edificios religiosos y el nombra de románico viene dado por que en su construcción se utilizaron elementos romanos, aunque también tiene influencias orientales y germánicas.
Debido a las relaciones entre religiosos y nobles, la construcción de las grandes iglesias fue impulsada por reyes, nobles, obispos y abades de los monasterios, siendo a veces los vecinos de la aldea los que costeaban y construían las iglesias y las obras eran realizadas por artesanos especializados: arquitectos, picapedreros, pintores…
La arquitectura románica es básicamente religiosa y crea un tipo de templo abovedado, bastante uniforme, de interiores oscuros que mueven al recogimiento. No se aprovechan elementos constructivos ni decorativos de monumentos anteriores y la proporción clásica desaparece por completo. Se construían las iglesias con grandes muros macizos de piedra que pudieran soportar los enormes pesos de las bóvedas. Podemos distinguir entre dos clases de construcciones: Las religiosas, con construcciones como iglesias, que se dividen en tres tipos fundamentales, de peregrinación, basilicales y de tipo rural; y los monasterios; y las civiles. Los templos del arte románico eran unos edificios de piedra labrada orientado con la cabecera al este con una o varias naves longitudinales que podían tener otras atravesadas.
La escultura en piedra depende de la arquitectura, teniéndose que adaptar a la superficie a cubrir. Los escultores románicos deben adaptar sus figuras a las proporciones del templo por lo que la escultura adquiere monumentalidad. La escultura románica representa la reacción más completa frente al naturalismo clásico. Las figuras tienen una tremenda espiritualidad y la anatomía queda relegada a un segundo plano ya que los ropajes dominan al cuerpo. El estilo alcanzará una significativa evolución que llegará al naturalismo gótico. Las esculturas de arte románico se concentran principalmente en capiteles y fachadas.
La pintura románica mantiene la ausencia de la perspectiva y la actitud antinaturalista de etapas anteriores. La pintura fue muy importante en la época ya que todos los edificios debieron estar policromados. La pintura se situaba preferentemente en el interior.
Pintura Románica El fondo es liso, por lo que la figura centra toda la atención del artista. El dibujo y los colores planos se yuxtaponen para crear intensos contrastes cromáticos.
Para delinear el contorno de la figura utilizan líneas gruesas de color negro o rojo, mientras que la forma de los rostros se consigue mediante manchas rojas redondeadas en mejillas, barba y frente.
El espacio se crea por la distribución de las figuras en el espacio. La técnica más utilizada fue la del fresco, lo que requería una cierta preparación del muro: estucado. También se pintó sobre tabla, para poner en los altares.